Cabecera

"No hay barrera, cerradura, ni cerrojo
que puedas imponer a la libertad de mi mente"

Virginia Woolf

domingo, 18 de enero de 2015

El año que viviré peligrosamente



El amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente el miedo ahuyenta al amor. Y no sólo al amor el miedo expulsa; también a la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de belleza y verdad, y sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del hombre la humanidad misma. 

Aldous Huxley







Menudo parón bloguero que me he marcado. He dejado este espacio colgado de mis últimas palabras hablando sobre estupidez y otros desmanes humanos, pero mis motivos he tenido y os los voy a contar:

Le he plantado cara al miedo, al propio y al ajeno, al de la familia y al de los amigos, al aprendido y al heredado. Pero sobre todo le planto cara al miedo que me querían imponer socialmente. Me lo voy a jugar todo a una carta: yo misma. Así que queridos lectores, detractores, fans, seguidores, compañeros, amigos, bienvenidos al año que viviré peligrosamente.

Me siento igual que Marisa Monte en esta canción con la que he comenzado hoy, me siento libre como nunca antes lo he sido. Por primera vez en todos estos años siento que estoy construyendo la vida que siempre quise y en la que de repente todas las piezas encajan. A pesar del riesgo y las deudas, a pesar del posible fracaso, a pesar de las renuncias, por primera vez estoy donde quiero estar.

Y por qué os cuento esta experiencia tan personal y privada. 
Principalmente porque me estoy cruzando en este proceso con mucha gente que se encuentra justo en ese punto: entre su zona de confort y ese salto a la otra orilla donde se encuentra lo que busca, y sé de esa zozobra y ese solivianto, sé de las dudas y de la pena que causa sentirse congelado en ese impasse, sé de la soledad.

Hay quién dice que es un salto al vacío, yo no lo creo. El vacío es la nada pero cuando te planteas algo así al otro lado seguramente estés viendo un panorama más motivador y vital que en el que te desenvuelves a diario.
Yo no aconsejaré nunca a nadie que salte, menuda responsabilidad. Solo digo que solo hay una vida y el tiempo es implacable ¡qué sinvivir! Habrá que vivirla para que en nuestro último día podamos coger una copa y decir ¡Ole!


Pero bueno todo este revuelo viene porque me he inventado  The Circular Project Shop  un espacio donde he reunido a otros aventureros idealistas que con sus marcas de moda ética y sostenible aúnan su proyecto personal con un compromiso social, ético y ecológico muy fuerte. 

Ponerlo en marcha está siendo enriquecedor y más fácil de lo que me pudo parecer a priori. Será porque hay un ángel en todo esto, estoy convencida, o será porque durante 60 años fue la mercería del señor Domingo y nos ha pasado el testigo de un recuerdo en el barrio inmejorable. Ese karma se ha dejado notar desde el primer día. Me siento en deuda con él.

The Circular Project Shop  es otra alternativa de consumo que llega a Madrid después de que al cabo de un año de sacar  El Sinvivir  me diera cuenta de que aún no existía aquí algo parecido. Un espacio donde la información que recibe el consumidor del producto que se lleva a casa abarca todos los aspectos, desde la fabricación y procedencia de la materia prima orgánica libre de emisiones contaminantes, hasta quién ha sido quien lo ha hecho y en qué condiciones. No me digáis que no es para emocionarse y empeñarse de por vida y sacarlo adelante. Yo sí lo creo y pensando a ver dentro de un año dónde me encontráis aquí estoy plantándole cara al miedo.

Una apuesta personal importante. 
Un gran salto. Una alegría. 


Pero como leí hace unos días en El cajón de Gatsby voy a hacer que merezca la pena porque no sé vivir de otra manera.

Continuaremos informando.