Nadie escucha, mi querido Pratt
Prof. Mistein
Parece casi inevitable comenzar el año y hacer
balance. Algún que otro propósito, algún que otro arrepentimiento y vuelta de
nuevo al tajo. Caminando en círculos por este recorrido vital que nos sitúa
siempre en el punto de partida y al que, más o menos, intentamos sacarle un
poco de sentido. Como una cinta de Moebius en la que no encontramos el comienzo
o el final y la damos vueltas infinitas para acabar siempre en el mismo lado
porque solo tiene uno.
Por eso me ha dado por acordarme de una
película, Moebius, la primera película que
salió allá por el 1996 de la Universidad del Cine en Argentina. Gustavo Mosquera fue su director y todo el equipo tanto
actores como técnicos fueron los alumnos del último curso de carrera.
Tomaron
como punto de partida el cuento de J.A. Deutch “Un metropolitano llamado
Moebius” (1950) y con todos esos mimbres consiguieron una propuesta experimental
e inteligente que con el paso del tiempo (a pesar de sus muchas carencias) ha
devenido en objeto de culto para muchos cinéfilos y aficionados a la ciencia
ficción. No se le puede negar la originalidad de su propuesta y todas las
preguntas que deja en el aire al terminar su metraje.
Las lecturas que se pueden hacer de esta
película son muchas, puede que infinitas como el recorrido de esa cinta
endiablada. He llegado a leer algún análisis bastante psicodélico puede que
fruto de algún psicotrópico ingerido durante su proyección (:
También es muy comentado la aplicación de las
Matemáticas y de la Física dentro de la película (y fuera de ella) como
respuesta a tantos interrogantes. Algo que a mí me resulta incomprensible y
apasionante a partes iguales.
Algunas interpretaciones entroncan con la realidad
del país por esa época e incluso se la asocia a los miles de desaparecidos
durante la dictadura argentina.
Yo quisiera ir más allá y darle un enfoque más
universal.
Mi visión, cómo no, va siempre al campo
filosófico y transcendente de lo que ese tren perdido en un bucle cuasi
infinito nos plantea a nosotros como individuos que apenas si conocemos bien
las leyes que nos rigen y el cosmos en el que nos movemos “nadie puede
enfrentarse al Infinito sin sentir vértigo” se dice casi al final de la
película.
Ese tren: la vida, con sus pasajeros dentro: nosotros
simples mortales, en un estado de semi consciencia que no nos deja llegar a
comprender las razones de nuestra existencia si no tenemos una determinación
clara para ello
“jamás podrán despertarse antes de darse
cuenta de que están dormidos”
Ese tren circulando a lo loco, dejado de la
mano de Dios y con un científico endiosado al mando me dejó huella. Aún hoy de
vez en cuando me viene a la cabeza esa metáfora y me resisto a ese destino. Al
fin y al cabo, puede que el Prof. Mistein esté en lo cierto y
“nunca hubo límites”
Os dejo la película completa como regalo de
Reyes para que la disfrutéis aquellos que estéis lo suficientemente locos como para
meteros a rodar dentro de un tren llamado Moebius.
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