Cabecera

"No hay barrera, cerradura, ni cerrojo
que puedas imponer a la libertad de mi mente"

Virginia Woolf

domingo, 26 de enero de 2014

El mundo en tus manos

Que el nuestro sea un tiempo que se recuerde por el despertar de una reverencia ante la vida; por la firme resolución de alcanzar la sostenibilidad; por la aceleración en la lucha por la justicia y la paz: y por la alegre celebración de la vida. 

Carta de la Tierra, 2000




“I am the King of the world” 

gritaba Di Caprio en Titanic (¿quién no lo recuerda?) para unas escenas más tarde abrazar a una estremecida Winslet que ante la evidencia de tal afirmación bajaba la guardia y la dejábamos entregadísima a la causa de las aguas. Lo cierto es que, desde lo anecdótico de la frase, que supuso uno de los momentazos de la película, el Hombre como especie, desde que comenzó a dominar la situación según iban apareciendo avances científicos y tecnológicos, cada vez se lo fue teniendo más creído y realmente ha llegado a pensar que es el amo, el rey del mundo, y como tal lo ha estado tratando, como a un vasallo, exprimiéndolo.

La situación de nuestro Planeta hace tiempo que comenzó a ser preocupante hasta el punto de que o todos tomamos conciencia de la gravedad del tema o a la velocidad del rayo este mundo nuestro dejará de ser habitable.

Hoy que escribo esto resulta que es el  Día de la Educación Ambiental  que promueve un proceso de aprendizaje en el que todos tomemos conciencia de nuestro entorno, el impacto de nuestras acciones en el deterioro de nuestro ecosistema y con ello conseguir la modificación de los modelos de comportamiento dañinos hacia otros más respetuosos. Se pretende que cada individuo en su día a día incorpore una serie de rutinas que a largo plazo tendrán un efecto positivo en la conservación de nuestro mundo. Al mismo tiempo, se busca la cooperación y la solidaridad entre todos los ciudadanos para hacer de la Tierra un planeta acogedor.




Seguro que en algún momento habéis oído o habéis leído acciones que se denominan así mismas “sostenibles”. La   sostenibilidad   es un concepto que comienza a ser adoptado en multitud de proyectos de distintas ramas con objeto de frenar la sobre explotación de la tierra y  salvaguardar el equilibrio natural y los ciclos de vida de todas las especies. En definitiva, que el impacto del hombre sea lo menos devastador posible o, como dice la Wikipedia: satisfacer las necesidades de la actual generación sin sacrificar la capacidad de futuras generaciones de satisfacer sus propias necesidades.

El ideal sería que todos exigiéramos que lo que nos llega como consumidores a nuestros hogares venga con este compromiso de sostenibilidad y lo lleve a cabo con el mayor de los mimos. Cuestión de vida.

Respetar la separación de residuos para su futuro reciclaje o reutilizarlos nosotros mismos, reducir en la medida de lo posible todas las emisiones de gases a la atmósfera que provocan el Efecto Invernadero: secándonos el pelo al aire, ahorrando en calefacción, olvidándonos de tanta plancha… introducir paulatinamente en nuestros hogares energías renovables o no malgastar las que tenemos, son pequeñas acciones que podemos adoptar y que con el tiempo se transformaran en hábitos que nos saldrán de forma espontánea.

Es una tendencia que toma cada día más fuerza y a la que se unen diversidad de proyectos cada vez más numerosos, ya sean relacionados con la alimentación: cultivos ecológicos, cooperativas agrarias, o relacionados con la cosmética o con la limpieza. También se suman las grandes empresas que adoptan compromisos de sostenibilidad y concienciación ambiental. Y cómo no la moda, en la que se sitúa el proyecto que yo encabezo: el Sinvivir y cuyo objetivo (entre otros muchos ya que tiene vocación multidisciplinar) es crear ropa sostenible que respete siempre la armonía con el medio ambiente y con la gente.

Según voy acabando este post pienso que menudo contrasentido esto de los cultivos ecológicos ¿no os parece? Un cultivo no debería de haber dejado de ser nunca ecológico.

Tenemos un planeta precioso, cuidémoslo.





domingo, 19 de enero de 2014

Ciencia de las ciencias

El poeta es el motor de alta frecuencia espiritual, 
es quien da vida a lo que no la tiene; cada palabra, 
cada frase adquiere en su garganta una vida propia, 
y nueva, y va a anidarse palpitante de calor 
en el alma del lector. 

Vicente Huidobro



En 1925,  Vicente Huidobro,  publicaba su Manifiesto de Manifiestos,  un intento de acercamiento a la figura del   poeta  y al conocimiento de la  poesía:

 “transmutación de todas las cosas en piedras preciosas”. 

Un texto imprescindible si como a mí os fascina que el lenguaje y la comunicación transciendan los límites de lo común y transformen las palabras en magia.

Hace tiempo os conté como cierto día abrí el poemario  “Crujido”  de Princesa Inca  y me vi literalmente arrastrada y seducida por lo que allí se expresaba, por la dureza y el desgarro que en esas páginas había, también por su ternura. Páginas escritas desde un dolor que la mayoría de nosotros desconocemos y no somos capaces de imaginar. Sí, es cierto, a diario nos alimentamos de mil dolores pequeños que, al ser propios, sobredimensionamos. “Trozos heridos somos, trozos que se mutilan” dice ella que sabe bien de qué habla y ha mirado de frente al Mal con mayúsculas. A través de sus palabras nos desnuda a todos al desnudarse ella, nos interroga al interrogarse. Un estado de superconciencia que, como decía Huidobro, solo pertenece a los poetas.


Hace unos días murió uno de los más grandes poetas que ha pisado la Tierra:   

 Juan Gelman,   él como nadie miró de cara al dolor, supo bien lo que era la pena y se vio de frente al horror y la injusticia y aun así intentó entender, aun así su   Oración  del Desocupado   pidiendo una ayuda desesperada, y aun así qué bien nos contó qué cosa es eso del   Amor… lleno de   

Preguntas


Ya que navegas por mi sangre
y conoces mis límites,
y me despiertas en la mitad del día
para acostarme en tu recuerdo
y eres furia de mi paciencia para mí,
dime qué diablos hago,
por qué te necesito,
quién eres, muda, sola, recorriéndome,
razón de mi pasión,
por qué quiero llenarte solamente de mí,
y abarcarte, acabarte, 
mezclarme en tus cabellos
y eres única patria
contra las bestias del olvido.



Al recibir el Cervantes en el 2007 declaró que el poeta “no escribe para vivir, sino que vive para escribir”. Ahí está su obra, prueba tangible de la veracidad de esta afirmación. Si, como dijo Huidobro: “el poeta es aquel que sorprende la relación oculta que existe entre las cosas más lejanas, los ocultos hilos que las unen”,  la aportación de Gelman es impagable porque ha sabido como nadie hacerlo así y darle en “su garganta una vida propia”. 

Os recomiendo un rato en su compañía, en su lectura hallaréis un lenguaje que nos define como pocos han sabido.

La entrada de hoy pretende ser un homenaje a su figura y a su obra que me ha acompañado tantas horas, pero, sobre todo, un homenaje a los poetas que, al igual que él, transcienden los límites de la comunicación y nos elevan sobre nuestra pobre condición humana.

En los dos post anteriores nos paramos un rato a ver  qué sacábamos en claro  de las Ciencias para nuestro día a día y salimos aún más perplejos de lo que de por sí estamos. Así que, al igual que Huidobro acabó su Manifiesto, termino yo también hoy utilizando las palabras de Saint-Pol-Roux declarando a la Poesía: Ciencia de las Ciencias, procedente directamente de la ley de los dioses.


Geómetra es lo absoluto, el arte va ahora a fundar comarcas, comarcas que sólo participarán del universo tradicional por su único recuerdo básico, comarcas en cierta forma registradas bajo una rúbrica de autor; y estas comarcas originales donde la hora será dada por los latidos del poeta, donde el vapor estará constituido por su aliento, donde las tempestades y las primaveras serán sus alegrías y sus penas, donde la atmósfera será el resultado de su fluido, donde las ondas expresarán su emoción, donde las fuerzas serán los músculos de su energía, y de las energías subyugadas, estas comarcas, digo, el poeta en un patético parto las amoblará con la población espontánea, con sus tipos personales.
La ciencia propiamente dicha nada tendrá que pretender de esos milagros, al declararse súbitamente la poesía ciencia en sí, ciencia de las ciencias, capaz de bastarse, en posesión de reglas caprichosas, que se diferenciarán de un poeta a otro, a pesar de provenir de una ley primordial, la ley de los dioses.







domingo, 12 de enero de 2014

¿Y tú qué sabes?

Solo sé que no sé nada 
Sócrates



Ahí le tenemos,  Sócrates,  padre de la Filosofía  que a estas alturas todavía no nos había hecho una visita. 

Resulta que me he envalentonado (para horror de mis sabios amigos científicos) y voy a seguir un rato más caminando por el sendero que abrí la semana pasada basado en nuestra enorme ignorancia de todo.

Y quién mejor que Sócrates que con su determinación de encontrar el saber y la verdad puso en evidencia a todos aquellos que decían saber y les puso delante de sus propias limitaciones. Tanto fue así que se lo cargaron. Supongo que es difícil admitir lo poco que sabemos y lo ignorantes que somos, sobre todo si vas de lo contrario. Vaya, ya me ha vuelto a salir la crítica política.

Y eso era precisamente lo que persiguió Sócrates en su vida, desentrañar los límites de nuestro conocimiento y lo hacía hablando, discutiendo de lo divino y lo humano, conversando e intentando llegar a las profundidades del hombre con el método que dio en llamar mayéutica.

Y en estas que hoy os traigo   ¿Y tú qué sabes?   una peli que dio en su momento mucho de qué hablar y que pretendía tener una base científica con la que dejarnos a todos flipando en colores. Conmigo lo consiguió. No sé si porque yo, profana en este mundo, era fácilmente impresionable o porque realmente me maravilló mi alto grado de ignorancia de todo. Y la sugerencia de que con mi conciencia puedo modificar el curso de las mareas (creo que exagero) me dejó físicamente conmocionada.

Fue mi primer contacto con el principio de incertidumbre y con la física cuántica y todo lo que nos puede descubrir sobre nosotros y sobre el mundo que nos rodea. Este contacto fue en compañía de alguien con amplios conocimientos en la materia y con la que recuerdo que al final tuve una ardua discusión al mejor estilo socrático. No recuerdo los términos de dicha discusión, sí recuerdo el acaloramiento y las posturas enfrentadas. Lo mismo ella sí recuerda sus planteamientos. Yo no.

El caso es que la película en cuestión recibió fuertes críticas y se dijo de ella que carecía de base científica, se la calificó de pseudo-ciencia. Hay que decir que también recibió sus elogios. Creo que su principal interés y su mejor logro es el modo de mostrarnos esos límites y  lo mucho que nos queda por aprender del mundo que habitamos y de nosotros mismos.

Y yo qué queréis que os diga, el solo hecho de que exista algo llamado misticismo cuántico que dice que la materia está ahí en función de nuestro propio deseo ya me motiva a volverla a ver aunque sea como una propuesta de ciencia-ficción.

Aquí os la dejo que hoy ando con prisa y no quiero desintegrarme al llegar las doce (:




domingo, 5 de enero de 2014

Moebius o vuelta a empezar


Nadie escucha, mi querido Pratt
Prof. Mistein



Parece casi inevitable comenzar el año y hacer balance. Algún que otro propósito, algún que otro arrepentimiento y vuelta de nuevo al tajo. Caminando en círculos por este recorrido vital que nos sitúa siempre en el punto de partida y al que, más o menos, intentamos sacarle un poco de sentido. Como una cinta de Moebius en la que no encontramos el comienzo o el final y la damos vueltas infinitas para acabar siempre en el mismo lado porque solo tiene uno.




Por eso me ha dado por acordarme de una película,  Moebius,   la primera película que salió allá por el 1996 de la Universidad del Cine en Argentina.  Gustavo Mosquera  fue su  director y todo el equipo tanto actores como técnicos fueron los alumnos del último curso de carrera. 

Tomaron como punto de partida el cuento de J.A. Deutch “Un metropolitano llamado Moebius” (1950) y con todos esos mimbres consiguieron una propuesta experimental e inteligente que con el paso del tiempo (a pesar de sus muchas carencias) ha devenido en objeto de culto para muchos cinéfilos y aficionados a la ciencia ficción. No se le puede negar la originalidad de su propuesta y todas las preguntas que deja en el aire al terminar su metraje.

Las lecturas que se pueden hacer de esta película son muchas, puede que infinitas como el recorrido de esa cinta endiablada. He llegado a leer algún análisis bastante psicodélico puede que fruto de algún psicotrópico ingerido durante su proyección (:

También es muy comentado la aplicación de las Matemáticas y de la Física dentro de la película (y fuera de ella) como respuesta a tantos interrogantes. Algo que a mí me resulta incomprensible y apasionante a partes iguales.

Algunas interpretaciones entroncan con la realidad del país por esa época e incluso se la asocia a los miles de desaparecidos durante la dictadura argentina. 

Yo quisiera ir más allá y darle un enfoque más universal.

Mi visión, cómo no, va siempre al campo filosófico y transcendente de lo que ese tren perdido en un bucle cuasi infinito nos plantea a nosotros como individuos que apenas si conocemos bien las leyes que nos rigen y el cosmos en el que nos movemos “nadie puede enfrentarse al Infinito sin sentir   vértigo” se dice casi al final de la película.

Ese tren: la vida, con sus pasajeros dentro: nosotros simples mortales, en un estado de semi consciencia que no nos deja llegar a comprender las razones de nuestra existencia si no tenemos una determinación clara para ello 

“jamás podrán despertarse antes de darse 
cuenta de que están dormidos”

Ese tren circulando a lo loco, dejado de la mano de Dios y con un científico endiosado al mando me dejó huella. Aún hoy de vez en cuando me viene a la cabeza esa metáfora y me resisto a ese destino. Al fin y al cabo, puede que el Prof. Mistein esté en lo cierto y 

“nunca hubo límites”

Os dejo la película completa como regalo de Reyes para que la disfrutéis aquellos que estéis lo suficientemente locos como para meteros a rodar dentro de un tren llamado Moebius.