La desvalorización del mundo
humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas.
Karl
Marx
Este post que vais a leer está escrito desde la
admiración más profunda hacia alguien que ha tenido el valor de escribir un
libro desde el desprecio más absoluto y gracias a ello poner un espejo delante de
ese ser humano llamado español para que nos veamos tal cual somos y tal cual
nos comportamos, atreviéndose a decir lo que todos pensamos pero que muy pocos
manifestamos.
El Gran Wyoming
siempre ha sido para mí un
referente y mi admiración se remonta a varios lustros atrás cuando iba a verle
con mi novio al Café del Mercado en el show
que tenía junto con el Reverendo. Siempre que había actuación suya quería estar
allí, lo que no siempre era bien aceptado por la otra parte. Puede que esa
apetencia por verle actuar se debiera, como dice él mismo, a todo lo que se
atrevía a decir sobre un escenario en una época en la que nadie decía algo “con
sustancia” y la mojigatería era moneda de cambio.
Al Reverendo me lo encontraba con cierta
frecuencia en el Cañí, un bar que regentaba un amigo en la calle Santiago, y
con él llegué a compartir buenos momentos de conversación. Para mi desgracia
nunca coincidí en el bar las veces que Wyoming le acompañó.
Luego les perdí de vista a todos, al bar, al
Reverendo, a Wyoming, al novio…
Más tarde Wyoming comenzó a aparecer con mayor asiduidad
por televisión hasta desembocar en Caiga Quien Caiga y lo recuperé como
referente y como revulsivo contra la hipocresía imperante.
Ni que decir tiene que ahora con El Intermedio
me tiene completamente entregada. Él continuamente le quita peso a su
participación en el programa y siempre hace recaer todo el éxito (o fracaso) en
los guionistas, no digo que no lo tengan, pero es completamente obvio que el
programa es él. La prueba está que cuando no tiene un guion delante sigue
siendo el mismo o mejor.
Un ejemplo, su visita a los trabajadores de
Roca:
Ahora en su libro No estamos locos hace una
análisis de nuestra grave situación actual y
para ello, primero, se retrotrae algunos años en nuestra Historia para
que entendamos que de aquellos barros vienen estos lodos. Lo hace a su manera y
de forma magistral, incisiva, con humor e ironía, trazando de este modo una
realidad a la que no queda otra que asentir y decir: “lo has clavado”. Esta
situación que ahora mismo vivimos “esta especie de castigo divino” como dice
Santiago Auseron en el artículo recién publicado en Jot Down. Una pesadilla de
la que parece que no vamos a despertar nunca, digo yo.
Ahora afirma:
“Soy sensible a la injusticia, no me deja vivir”
Cómo no admirarle.
Se atreve a llamar a las cosas por su nombre y
a señalar con el dedo a tanta mala gente que nos rodea y que vive en la más
absoluta impunidad.
“El FMI no ha hecho más que sembrar desgracias en todo el planeta”
“Si tenemos alguna deuda que nos la expliquen y a santo de qué debemos ese dinero”
En el relato de su nacimiento político afirma:
Siempre tuvo muy claro del lado en el que
estaba y que aquí no va a cambiar nada si nosotros mismos no lo hacemos cambiar.
“La gente se esconde y no quiere hablar. Yo no,
yo quiero llevar una vida tranquila y honesta, por eso hablo y digo lo que no
me gusta”
Chapeau!
La pena es que no hay quien le convenza de que
es a alguien como él a quien necesitamos, alguien con una gran lucidez para
entender lo que pasa y que sea capaz de aglutinar en su persona a tantos
descontentos a quienes las soluciones convencionales ya no nos dicen nada.
Necesitamos innovar, hacer las cosas de otra forma, pensarlas de otra forma.
Comenzar de cero.
Sé que si lee esto (espero que lo haga) ahora
mismo estará con esa sonrisa suya. Pues ya aprovecho para darle las gracias por
este libro y decirle que le necesitamos, que no nos deje, que si no quiere estar
en el centro mismo del huracán que no lo esté, que no se meta en política, pero
que siga tangencialmente azotando conciencias.
Como diría Antonio Vega: “Ahora tú no dejes de hablar"
Gabilondo entrevista a Wyoming, merece la pena parar para ver esto:
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