Cabecera

"No hay barrera, cerradura, ni cerrojo
que puedas imponer a la libertad de mi mente"

Virginia Woolf

jueves, 31 de octubre de 2013

Yo soy

Puede que yo sea algún conde o algún general, y que sólo así paso por un consejero titular. Quizá ignore yo mismo quién soy. 
Nicolai Gogol, “Diario de un loco”



Y ahí vamos, a meternos de nuevo en un jardín.

Sino decidme si no es complicado llegar a saber quiénes somos y llegar a construir nuestra identidad con armonía.

¿Sabemos quiénes somos en realidad?





Constantemente me hago muchas preguntas (hay quien piensa que demasiadas) y en estas cavilaciones ando desde que el jueves pasado fui al Matadero a ver una maravillosa puesta en escena de  Diario de un loco,  donde un  José Luis García Pérez abierto en canal y en estado de gracia, nos presenta a Aksenti Ivanovich, un funcionario de medio pelo ruso que poco a poco va perdiendo el juicio ahogado en una realidad que no se corresponde con sus ilusiones vitales, amorosas, sociales.


No resulta difícil identificarse con los procesos mentales que este hombre va mostrando, resultan inquietantemente familiares, todos estamos constantemente dándole vueltas al tarro y dándonos respuestas balsámicas a cuestiones que se nos escapan o simplemente no queremos enfrentar.

Cuando la realidad que nos rodea se hace especialmente hostil o triste muchas veces tendemos a maquillarla o a ignorarla y, en ocasiones, esto termina explotando en el choque con nuestra propia fragilidad. Vivir duele.

La construcción de la identidad siempre se hace en el reconocimiento que encontramos en los otros y está compuesta de varios aspectos: el aspecto físico y psicológico, la sociedad en la que se vive, el género, los valores.  Su combinación a lo largo de los años y las experiencias es lo que nos hace únicos e irrepetibles. Pero si en todo este proceso la libertad individual de cada uno se ve cercenada y sin vías de escape, la imaginación comienza a obrar y a crearnos universos paralelos que nada tienen que ver con la realidad y es muy posible que rocemos la locura, tonteemos con ella o incluso caigamos en sus redes.

Un momento clave para conformar la identidad se da en la adolescencia donde comenzamos a perder pie, ya no somos niños, no somos adultos y no sabemos bien qué carajo somos o qué carajo queremos llegar a ser. Momento peliagudo donde aparece el cuestionamiento de la autoridad y la rebeldía ante los porque sí. Otros momentos de igual calibre donde nos desdibujamos para volvernos a reconocer son las crisis en la familia o en la pareja, la elección del trabajo o de domicilio. Vivir supone estar en un continuo cuestionamiento de nuestro ser.  De las respuestas que nos demos dependerá el grado de satisfacción y de felicidad que arrojemos a nuestra vida.

Lo que a mí más me ha impactado del texto de  Gogol,  magistralmente interpretado por José Luis García Pérez que nos presenta a un ser tierno, vulnerable, en completo delirio en respuesta a un entorno hostil, es el choque del ser humano y sus circunstancias y cómo estás pueden llegar a ser asfixiantes hasta el punto de llegar a perder la razón.

Ortega y Gasset  lo expresó como nadie:

“Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo”
“la realidad circundante forma la otra mitad de mi persona”

Como me explico, interactúo y me relaciono en el mundo es lo que me va a dar la clave y me llevara a mi propio conocimiento y a mi destino radical.

Difícil empresa la de estar en el mundo y tener plena conciencia de ello. Difícil empresa la de llegar a ser uno mismo sin maquillajes ni disimulos. Difícil empresa esa búsqueda en los límites de la locura, quien más quien menos se reconoce en esa bajada a los infiernos.

Al final la recompensa será uno mismo.




miércoles, 23 de octubre de 2013

Y a ti ¿qué te pone?


Actuamos como si el lujo y la comodidad fueran lo más importante en la vida, cuando lo único que necesitamos para ser realmente felices es algo por lo que entusiasmarnos.

Charles Kingsley 



Hace unos días recibí una llamada de un buen amigo:

“tienes que escuchar esto, no puedo dejar de oírlo, es buenísimo”







No era una situación que me sorprendiera especialmente pues a lo largo de nuestros muchos años de amistad se ha repetido infinidad de veces y a él le debo nuevos gustos musicales y estar al día en todo lo que aparece nuevo en la música

compartida en Facebook
Pero lo que sí que no deja de sorprenderme es esa capacidad de asombro y esa inamovible determinación hacia el entusiasmo por todo y que por suerte sigo encontrando en él y en la mayoría de mis amigos. Esa capacidad de "ponerse" con las cosas más pequeñas, con lo que merece la pena. Esas ganas, esa curiosidad.

Será esta época tan y tan cutre que estamos viviendo, o esta hipocresía que nos rodea y que se cuela hasta en nuestros gestos más cotidianos y en nuestras esferas más íntimas, o quizá este caldo descorazonador que nos están cociendo a todos para que como corderitos nos sumerjamos en el sin rechistar. O lo mismo es cosa de la edad, vete a saber, no lo sé. El caso es que con el tiempo cada vez le doy más valor a estos gestos, a esa defensa de la Alegría de la que habló  Benedetti  y ese voto por la Esperanza (no se me confundan que esta no tiene ni apellidos, ni es condesa, esta es la buena la que da alas y nos alienta cada mañana)

Estaba intentando entresacar del poema el verso que más me impacta para ofrecéroslo pero ¿con cuál quedarme? Todo el conjunto es bueno

Creo que me quedo con la idea que lo sobrevuela: más allá de toda mojigatería y de todo ese “buenismo”,  la elección de vivir a pelo y sin engaños, con la  Alegría como bandera. Parece fácil. No lo es.

Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y los paros cardiacos
de las endemias y las academias
defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría

Luego me he parado a pensar qué cosas  "me ponen"  a mí y me ayudan en mis defensas de la Alegría cual Actimel.

La Música, por supuesto. 
Creo que su sola creación es lo que ha convertido al ser humano en un ser inteligente.

El Mar.

Un amanecer en mi calle.





















La risa de Diego.




Pero sobre todo:

la mano de una amiga, 
un abrazo sincero, 
una palabra a tiempo, 
la mirada que habla, 
un beso.

Así es, porque sin los demás no somos.

Ayer, mientras preparaba esta entrada salía en  El Huffington Post  un artículo dando razones para el “buen rollo”, esas casualidades que ya sabemos que al final no son tales. Seguramente últimamente todos tenemos esa idea en la cabeza: buscar motivos y si no los hay inventarlos porque  “mi capitán, la situación comienza a ser alarmante”. 

Y leyendo esas razones me reafirmo en lo dicho: lo que más nos pone es “el otro”.


Descubrirnos, eso sí que da buen rollo.




jueves, 10 de octubre de 2013

¿Un Potosí? No, 1 dólar

Como no estás experimentado en las cosas del mundo, 
todas las cosas que tienen algo de dificultad te parecen imposible. 
Miguel de Cervantes Saavedra


Fotografía propiedad de 1dolar.org 


Cuando todo alrededor invita al desánimo, a la desesperanza, al abandono, cuando se desdibuja el horizonte y solo se ve precariedad y desolación, encontrarte de repente, como un chispazo, frente a las ganas, el optimismo, la creatividad, el esfuerzo y la ilusión es un regalo de la vida. En serio, creedme, a veces pasa y yo lo sé, me ha pasado.

Muchos de los que ahora os encontráis leyendo esto sabéis los motivos que dieron comienzo a esta bitácora, sabéis de la patada que me lanzó a esta aventura y del camino que he emprendido entre acojones y risas hacia ese nuevo proyecto de vida que será mi empresa de la que muy pronto tendréis noticias.  

En este trayecto estoy encontrando y conociendo a mucha gente con la que de otro modo no me habría cruzado nunca, gente que me ha mostrado el otro lado del espejo y me ha dado alas. Una de esas personas ha sido  Carlos Bravo,  a quien conocí a través de su  Curso para bloggers  en el que participé con el ánimo de impulsar este blog y saber cómo dar los pasos correctos.  En ello estoy, maestro. Algo más de disciplina no me vendría mal, pero Internet es infinito, y yo muy curiosona con todo, qué sinvivir, así no hay manera, uffff…

Comencé a seguirle de cerca, una cosa llevó a otra y acabé en  Quondos,  fui de las primeras que se enteró de su creación y de las primeritas en ganar mi primer dólar con ellos.

Quondos es la aventura en la que se ha embarcado Carlos junto con su socio  Alex Navarro,  alguien que a mí me da un poquillo de miedo pues sabe mucho de cuestiones como Scrapebox, Blackhat, Panda, enlaces imposibles… esas cosas que maneja un SEO y parecen formar parte de una organización secreta y peligrosa pero que luego él te descifra y respiras aliviado.

Entre los dos han puesto en marcha uno de los cursos de Marketing online más innovadores y completos que hay ahora mismo en la red: Quondos.  Están creando escuela y han conseguido que todos los que nos hemos subido a ese tren nos sintamos orgullos de ser quonderos. ¡Lo que saben estos chicos!

Dentro de esta estupenda locura que es Quondos, ellos dos, Carlos y Alex, se han retado y vamos a ver quién de los dos consigue mejores resultados en una guerra que han dado en llamar  “La batalla del SEO contra el blogging”  y que comienza con sendos proyectos desde cero.


Imagen propiedad de 1dolar.org


El proyecto que ha lanzado Carlos se llama  1dolar.org   y nace con la intención de convertir la cantidad simbólica de 1 dólar en 1.000€ destinados a ayudas sociales. No es propiamente una ONG ya que generará beneficios y con suerte hasta puestos de trabajo. Con ello quiere demostrar que con muy poco se puede hacer mucho y que lo que mueve al mundo es la imaginación, la ilusión y las ganas

Pensándolo bien no podía ser de otra manera, así es él, no solo te da el pez sino que te enseña a pescarlo.

¿En qué consiste 1dólar.org?

Pues básicamente en transformar un dólar auténtico con la cara de George Washington en un dólar tuneado con la cara de un famoso y su firma el cual saldrá a subasta con el fin de recaudar fondos para causas solidarias y para empresas cuyo objetivo primero sea generar empleo. 

Andreu Buenafuente  ya nos ha dado su apoyo. 
No me diréis que no está guapo.



También se subastarán comidas o cenas con auténticos cracks del marketing online con los que podréis compartir unas horas y a los que podréis pedir consejo y orientación sobre vuestros propios proyectos o sobre la vida en general, estos chicos saben mucho de todo… ah, esto ya lo he dicho.

Y por qué os cuento todo esto si siempre me arranco por la ética o por la poética. Pues porque, aparte de tener su puntito poético y su muy mucho ético, queremos contar con la colaboración de todos, con vuestro apoyo, vuestros donativos, vuestros contactos ;) y si conocéis a alguien famoso que le tiente tener un dólar con su cara y además contribuir a un proyecto social sería genial. 

Queremos que seáis motor de la causa y que la compartáis para que llegue nuestro mensaje a los confines de la Tierra… o casi.

A lo largo de todo el texto encontraréis enlaces que os ampliaran la información sobre todo lo que aquí os cuento.

Ya veis, se puede trabajar, ganar dinero y al mismo tiempo lograr que ese beneficio se esparza a tu alrededor consiguiendo que todos ganen. 
Carlos lo demuestra y lo pone en práctica a diario. Vale un Potosí.






miércoles, 2 de octubre de 2013

El hombre sencillo


El 25 de septiembre de 1985 de repente estas palabras se cruzaron en mi vida:

Yo quiero vivir en un mundo sin excomulgados. No excomulgaré a nadie. No le diría mañana a ese sacerdote: “No puede bautizar a nadie porque es anticomunista”. No le diría al otro: “No publicaré su poema, su creación, porque usted es anticomunista”. Quiero vivir en un mundo en que los seres sean solamente humanos, sin más títulos que ese, sin darse en la cabeza con una regla, con una palabra, con una etiqueta. Quiero que se pueda entrar en todas las iglesias, a todas las imprentas. Quiero que no esperen a nadie nunca más a la puerta de la alcaldía para detenerlo y expulsarlo. Quiero que todos entren y salgan del Palacio Municipal, sonrientes. No quiero que nadie escape en góndola, que nadie sea perseguido en motocicleta. Quiero que la gran mayoría, la única mayoría, todos, puedan hablar, leer, escuchar, florecer. No entendí nunca la lucha sino para que esta termine. No entendí nunca el rigor, sino para que el rigor no exista. He tomado un camino porque creo que ese camino nos lleva a todos a esa amabilidad duradera. Lucho por esa bondad ubicua, extensa, inexhaustible. De tantos encuentros entre mi poesía y la policía, de todos estos episodios y de otros que no contare por repetidos, y de otros que a mí no me pasaron, sino a muchos que ya no podrán contarlo, me queda sin embargo una fe absoluta en el destino humano, una convicción cada vez  más consciente de que nos acercamos a una gran ternura. Escribo conociendo que sobre nuestras cabezas, sobre todas las cabezas, existe el peligro de la bomba, de la catástrofe nuclear que no dejaría nadie ni nada sobre la tierra. Pues bien, esto no altera mi esperanza. En este minuto crítico, en este parpadeo de agonía, sabemos que entrará la luz definitiva por los ojos entreabiertos. Nos entenderemos todos. Progresaremos juntos. Y esa esperanza es irrevocable.


Había caído en mis manos  Confieso que he vivido  de Pablo Neruda y al llegar a este párrafo, justo en ese momento yo, que nunca en mi vida había recibido una directriz política de nadie, supe de qué lado estaba y creo que no me equivoco si ahora afirmo que fue justo a partir de ese día cuando ya no pude quedarme al margen de lo que me rodeaba. Seguramente fue una especie de revelación. Seguramente fue mi nacimiento político.

Tenía un vago y dulce recuerdo de Neruda de mi época del colegio, de cuando ya estaba casi terminándolo que fue cuando murió mi abuela, y me pasé unos días sin ir a clase. En esos días tristes y silenciosos de mi casa me dediqué a estudiar el examen de Literatura que al regresar el maestro me hizo a mí sola por haber faltado. Me puso en un rincón y me dijo: "escribe sobre Neruda".  El corazón me dio un vuelco, me lo sabía del tirón, como se estudiaba entonces, supongo que como se hace también ahora, eché a rodar y recuerdo que comencé escribiendo:

Neftalí Ricardo Reyes es el verdadero nombre del poeta chileno conocido como Pablo Neruda

Bordé el examen y me gané un diez, no era yo de demasiados sobresalientes, así que lo atribuí a la influencia celestial de mi abuela que me lo dejó de despedida como también me dejó el pelo rizado, hasta ese momento liso.

Cuando volví a toparme con él en Confieso que he vivido y en  Residencia en la tierra,  yo ya más mayor y con más preguntas, fue enriquecedor entenderle mejor y reconocerme en él.  Me dio instrumentos para el pensamiento, razones para la vida y corazón para amar.

Más tarde, desemboqué en su poesía y sin ser demasiado original comencé con sus 20 poemas de amor y una canción de desesperada  que era lo que leíamos todas al comenzar en la Universidad pero yo era demasiado joven y estaba demasiado enamorada como para aceptar ese final y me resistí a creerlo, para luego años más tarde agarrarme a él como a un clavo y dejar que me atravesara como una espada.


Hace unos días se cumplieron 40 años de su muerte, aún sin aclarar, y aquí quiero dejar mi pequeña memoria de su paso por mi vida, de su compañía en ciertos momentos, su amor por las palabras y de esa inquebrantable manera de estar en el mundo que me sigue guiando y mostrando el camino.