La vida es muy peligrosa.
No por las personas que hacen el mal,
Sino por las que se sientan a ver lo que pasa.
Albert Einstein
Paul Klee, Angelus Novus, 1920* |
¿Desde entonces qué ha sido de nosotros?
¿Qué ha pasado?
Pues que nos habíamos quedado cortos en nuestras previsiones
y que la voracidad del Sistema es aún más grande de lo que nos temíamos, que
arremete contra todo lo que se interponga a sus propósitos inclusive la vida de
las personas, simples números para ellos.
Hemos aprendido que nos han estado robando mucho y durante
mucho tiempo haciéndonos creer que todos nuestros impuestos caían en buenas
manos y tendrían una buena gestión. Ahora sabemos que hemos subvencionado mucho
palacete, mucha vacación de lujo y vidas a todo tren.
Que la corrupción alcanza a todas las Instituciones del
Estado a la sombra de unos partidos cuyos engranajes han propiciado el engaño,
el amiguismo y el enriquecimiento ilícito a costa de los contribuyentes.
Que existía un producto bancario que llamaban “preferentes”
que se vendió sin escrúpulos a quien menos podía defenderse, que hay que tener
las espaldas muy anchas para hacer algo así a sabiendas de que era pura basura.
Y aún así, hemos visto como se inyectaba cantidades indecentes de dinero a los
bancos para salvarles de sus propios desmanes, al tiempo que se nos convencía
de que estábamos viviendo por encima de nuestras posibilidades y que gran culpa
de lo que pasaba era nuestra.
Que nuestro sistema de Sanidad público en pie gracias al
dinero de todos y que nos ha llevado años construir, ejemplo y motivo de
envidia fuera de nuestro país, tampoco se libra de estar dentro de sus
objetivos, también está en venta. Ya hemos dicho que la vida humana no es
detalle a tener en cuenta en todo este proceso.
Que son tan cutres en sus maneras y en sus estrategias que
descaradamente para perpetuar este orden de cosas focalizan todas sus energías
en desestabilizar aún más el sistema público de Educación en España (algo ya
hemos dicho aquí al respecto) como si no estuviéramos observándoles, como si
fuéramos tontos y fuéramos a aceptar sin más sus planes (¡Ay, esta LOMCE!).
Pero siendo todo esto muy, muy, terrible es en la apatía y
resignación de la gente donde está el mayor enemigo si queremos cambiar las
reglas del juego y nuestras condiciones de vida, al fin y al cabo está en juego
el destino de todos y, si acaso esto no importara demasiado, también está en
juego el destino de nuestros hijos. Ellos lo saben y abonan esta dejadez, este sentimiento de
fatalidad, el miedo, el sentimiento de que nada se puede hacer, que estas son
las reglas, para de este modo evitar obstáculos en su camino.
Queda mucho camino por delante para poder darle la vuelta a
esta Democracia maltrecha y engañosa. Y lo primero es que de una vez por todas
nos concienciemos de que la construimos entre todos y que todos tenemos una labor concreta en su mecanismo. Dejar en manos de advenedizos nuestro futuro nos ha llevado al punto
en el que nos encontramos: completamente vendidos.
Vamos para dos años del nacimiento del Movimiento 15M y
quiero ceder la voz a una de sus portavoces que decía así el pasado martes: "el movimiento está aquí para recordar que las políticas públicas están para servir
a la ciudadanía, no a las élites financieras", por lo que, dos años
después de que estallase esta ola de descontento social, es necesario
"seguir luchando" y reivindicando que la democracia "no debe
reducirse a la lógica representativa".
Los mimbres ya los vamos teniendo y poco a poco, los
ciudadanos más concienzados van dando batalla y agrupándose en pequeñas plataformas
que vienen a unirse al gran sentir general y a estas ganas de cambiar. Pero en
esto debemos estar todos. Será la tela de araña en la que consigamos aislar al
enemigo y orientemos nuestros pasos hacia una Sociedad más justa.
Hace unos días me hablabais de la necesidad de un Pacto de
Estado que deje a un lado la eterna batalla entre partidos y se centre en
solucionar los problemas con voluntad firme. Creo que ese pacto sólo se
propiciará con la presión ciudadana pues pretender que ellos de motu propio
abandonen el proceder que han llevado durante décadas es una utopía, mientras
puedan seguirán perpetuándolo, a ellos les va bien así, les es cómodo. En
nuestras manos está darles el toquecito que les ponga en su sitio que no es
otro que el servicio público.
“¡INDIGNAOS! Luchad, para salvar los logros democráticos basados en valores éticos, de justicia y libertad prometidos tras la dolorosa lección de la segunda guerra mundial. Para distinguir entre opinión pública y opinión mediática, para no sucumbir al engaño propagandístico. “Los medios de comunicación están en manos de la gente pudiente”, señala Hessel. Y yo añado: ¿quién es la gente pudiente? Los que se han apoderado de lo que es de todos. Y como es de todos, es nuestro derecho y nuestro deber recuperarlo al servicio de nuestra libertad.”
Prólogo de José Luís Sampedro al libro “¡Indignaos!” de Stéphane Hessel
Supongo que ni estoy siendo original, ni soy la primera si
recurro ahora a Lope de Vega con su Fuenteovejuna para compararla con la situación
que en estos días estamos viviendo. Cuando veo acciones como los famosos
escraches que lleva acabo la PAH
ganas me dan de gritar “¡Fuenteovejuna, Señor!” pues me siento parte de todas y
cada una de esas acciones.
En Fuenteovejuna fue el honor ultrajado de una sola persona
la gota que colmó el vaso e hizo levantar a todo un pueblo. Aquí los ultrajados
somos todos.
¿No te indignas?
* Cuadro que abre el libro de Stéphane Hessel, "¡Indignaos!" con el comentario que Walter Benjamin, primer propietario de la obra, hizo del mismo donde veía a ángel ahuyentando "esta tempestad que llamamos progreso".
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