“….Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto (era Londres), vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mí como en un espejo, vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó, ……….vi la circulación de mi propia sangre, vi el engranaje del amor y la modificación de la muerte, vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo.” El Aleph, Jorge Luis Borges
Que la realidad supera a la ficción, le da cien
vueltas y la deja corta, eso lo puedo afirmar y demostrar cuando queráis. Llega
el momento de rendir cuentas en esta bitácora (que tengo tan abandonada y que
echo tantísimo de menos) de este año que se presumía peligroso y difícil. Lo ha
sido, lo es.
Digamos que me dispuse a sacar adelante un negocio de
barrio y de repente me encontré con el Aleph, un universo que se desbordaba en
mis manos, repleto de vivencias inimaginables, personas que han roto la horma,
situaciones mágicas difíciles de explicar, tormentas, revelaciones, secretos,
amor.
Y en todo este tiempo él, a mi lado, siempre, en
cualquier situación. Por la mañana al despertar se levantaba conmigo, desayunaba
conmigo, salía a la calle conmigo, subía al autobús conmigo, entregaba papeles conmigo,
firmaba acuerdos conmigo… Lo he visto
también acompañando a amigos, en los ojos de quiénes me rodean, en el paso
atrás, en la traición, en la huida. Pero no le quise ignorar y he hecho del
miedo mi aliado para impulsarme a dar un paso, y otro y otro y otro, en vez de
paralizarme me ha vuelto audaz. Mientras escribo esto escucho la voz de Alicia
(DPD) llena de proyectos ella también, diciendo “no hay que tener miedo” aún a sabiendas de
que el miedo no se tiene, está. Así que no quedó más remedio que negociar con
él, me estoy volviendo una experta en eso.
Para compensar ahí presentes, vosotros, los que leéis
esto, los que sé que lo haréis porque estáis, porque os tengo y me tenéis y
me dais toda esta fuerza para que continúe adelante, con los que tabico ese
miedo y me pongo a resguardo.
Nadie podía aventurar todo lo que emprender este
camino supondría y todo el trabajo que habría, hay y habrá detrás. Una aventura
que me dio a conocer uno a uno grandes proyectos que se desarrollan en moda
sostenible y a los que cada vez se van sumando más fuerzas y que ha desembocado
en una asociación (MSMAD) con una labor importantísima: trabajar por una
industria textil sostenible y ética. Esto me ha puesto en un camino inesperado,
apasionante y lleno de retos.
Y luego los libros, las palabras, la Literatura en la
que me apoyo y me alimento para seguir creciendo y que ahora no tengo
tiempo para dedicarle y así tengo mi vida intelectual (a no ser por los pocos
artículos que araño en el móvil) de capa caída. Pero siempre he pensado que si
existe Dios tiene mucho sentido del humor, de ese que te da un poquito por saco
y se mueve en la ironía como él mismo y por eso algún karma extraño ha decidido
que si yo no voy a la montaña, la montaña viene y de repente me he visto
rodeada de libros: pared con pared Libros.com, ayudándome con mi desfile
Librería 8 ½ ¡gracias María!, recuperando amistades universitarias como Elena
que se ha convertido en una magnífica escritora y, por último, Pilar, editora
en Impedimenta y autora de libros magníficos, ella llegó nada más abrir The
Circular Project Shop y ya la considero una amiga para toda la vida, fascinante
toda ella.
Hoy acompañan este post sus libros, que tengo a medio
terminar y poco os puedo contar salvo que están escritos magistralmente: Voces
Sabias de Elena García es un compendio de sabiduría en el que tenéis que
sumergiros. Las Efímeras de Pilar Adón es su última novela y casualmente
también aborda el tema del miedo.
Corona este año un estupendo desfile: Let it Slow! para el que se
han movilizado más de cincuenta personas a las que les debo el que esto haya
sido posible y en el que todos han dejado un trocito de su corazón. No hay
palabras para agradecerlo. O sí, se intentará en breve en el nacimiento de la
web The Circular Project.
En este tiempo mucho me han preguntado si recomendaría
emprender a los demás. No lo hagáis, corréis el riesgo de que esta decisión os
robe el corazón y ya no haya vuelta atrás. Yo también le dí al interruptor de la luz y encendí el Sol.
Algo nos está pasando, desde que la gente está empeñada en quererse amar y poder vivir.